Últimamente me llega la noticia de que la Beat
Generation, a la que conocí a los dieciocho años a través de una traducción de
Marcos Ricardo Barnatán, vuelve a estar de moda. Me lo han dicho dos amigos.
Uno de ellos me dice que el grupo de Ginsberg, Kerouac, Ferlingetti, influye en
los “poetas” actuales. Pues no sé cómo influye. Al leer los textos de estos y
estas poetas me pregunto si han leído “En el camino” o “Vagabundos del Dharma”,
de Jack Kerouac. O, tan siquiera, “Howl” (Aullido), el poema emblemático
beatnik de Allen Ginsberg. Y me digo: NO. No los han leído. Esto simplemente se
ha puesto de moda. La Beat Generation fue rompedora y mística. Dejo aquí el
poema Howl y a ver quién lo identifica con las cosas que hacen ahora los/las
poetas, tan preocupados por la fama. Ellos, los beatniks, despreciaron siempre
el famoseo. Viajaron de una a otra parte de EEUU. En coche. Y despreciaron toda
convención social. Estos poetillas de hoy se parten el culo por ser famosos y
son, siempre, políticamente correctos. ¿Dónde el parecido, ni en la letra ni en
el espíritu?
AULLIDO
De
Allen Ginsberg
Para Carl Salomón
I
Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la
locura, hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en
busca de un colérico pinchazo,
hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua
conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna,
que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la
noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría,
flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz,
que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y
vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados,
que pasaron por las universidades con radiantes ojos
imperturbables alucinando Arkansas y tragedia en la luz de Blake entre los
maestros de la guerra,
que fueron expulsados de las academias por locos y por
publicar odas obscenas en las ventanas de la calavera,
que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin
afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del
muro,
que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando
por Laredo con un cinturón de marihuana hacia Nueva York,
que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron
trementina en Paradise Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio
noche tras noche,
con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan,
alcohol y verga y bailes sin fin,
incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago
en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todo el
inmóvil mundo del intertiempo,
realidades de salones de Peyote, amaneceres de cementerio
de árbol verde en el patio trasero, borrachera de vino sobre los tejados,
barrios de escaparate de paseos drogados luz de tráfico de neón parpadeante,
vibraciones de sol, luna y árbol en los rugientes atardeceres invernales de
Brooklyn, desvaríos de cenicero y bondadosa luz reina de la mente,
que se encadenaron a los subterráneos para el
interminable viaje desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el
ruido de ruedas y niños los hizo caer temblando con la boca desvencijada y
golpeados yermos de cerebro completamente drenados de brillo bajo la lúgubre
luz del Zoológico,
que se hundieron toda la noche en la submarina luz de
Bickford salían flotando y se sentaban a lo largo de tardes de cerveza
desvanecida en el desolado Fugazzi’s, escuchando el crujir del Apocalipsis en
el jukebox de hidrógeno,
que hablaron sin parar por setenta horas del parque al
departamento al bar a Bellevue al museo al puente de Brooklyn,
un batallón perdido de conversadores platónicos saltando
desde las barandas de salidas de incendio desde ventanas desde el Empire State
desde la luna,
parloteando gritando vomitando susurrando hechos y
memorias y anécdotas y excitaciones del globo ocular y shocks de hospitales y
cárceles y guerras,
intelectos enteros expulsados en recuerdo de todo por
siete días y noches con ojos brillantes, carne para la sinagoga arrojada en el
pavimento,
que se desvanecieron en la nada Zen Nueva Jersey dejando
un rastro de ambiguas postales del Atlantic City Hall,
sufriendo sudores orientales y crujidos de huesos
tangerinos y migrañas de la china con síndrome de abstinencia en un pobremente
amoblado cuarto de Newark,
que vagaron por ahí y por ahí a medianoche en los patios
de ferrocarriles preguntándose dónde ir, y se iban, sin dejar corazones rotos,
que encendieron cigarrillos en furgones furgones furgones
haciendo ruido a través de la nieve hacia granjas solitarias en la abuela
noche,
que estudiaron a Plotino Poe San Juan de la Cruz
telepatía bop kabbalah porque el cosmos instintivamente vibraba a sus pies en
Kansas,
que vagaron solos por las calles de Idaho buscando
ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios,
que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore
refulgió en un éxtasis sobrenatural,
que subieron en limosinas con el chino de Oklahoma
impulsados por la lluvia de pueblo luz de calle en la medianoche invernal,
que vagaron hambrientos y solitarios en Houston en busca
de jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante Español para conversar sobre
América y la Eternidad, una tarea inútil y así se embarcaron hacia África,
que desaparecieron en los volcanes de México dejando
atrás nada sino la sombra de jeans y la lava y la ceniza de la poesía esparcida
en la chimenea Chicago,
que reaparecieron en la costa oeste investigando al
F.B.I. con barba y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas sensuales en
su oscura piel repartiendo incomprensibles panfletos,
que se quemaron los brazos con cigarrillos protestando
por la neblina narcótica del tabaco del Capitalismo,
que distribuyeron panfletos supercomunistas en Union
Square sollozando y desnudándose mientras las sirenas de Los Álamos aullaban
por ellos y aullaban por la calle Wall, y el ferry de Staten Island también
aullaba,
que se derrumbaron llorando en gimnasios blancos desnudos
y temblando ante la maquinaria de otros esqueletos,
que mordieron detectives en el cuello y chillaron con
deleite en autos de policías por no cometer más crimen que su propia salvaje
pederastia e intoxicación,
que aullaron de rodillas en el subterráneo y eran
arrastrados por los tejados blandiendo genitales y manuscritos,
que se dejaron follar por el culo por santos
motociclistas, y gritaban de gozo,
que mamaron y fueron mamados por esos serafines humanos,
los marinos, caricias de amor Atlántico y Caribeño,
que follaron en la mañana en las tardes en rosales y en
el pasto de parques públicos y cementerios repartiendo su semen libremente a
quien quisiera venir,
que hiparon interminablemente tratando de reír pero
terminaron con un llanto tras la partición de un baño turco cuando el blanco y
desnudo ángel vino para atravesarlos con una espada,
que perdieron sus efebos por las tres viejas arpías del
destino la arpía tuerta del dólar heterosexual la arpía tuerta que guiña el ojo
fuera del vientre y la arpía tuerta que no hace más que sentarse en su culo y
cortar las hebras intelectuales doradas del telar del artesano,
que copularon extáticos e insaciables con una botella de
cerveza un amorcito un paquete de cigarrillos una vela y se cayeron de la cama,
y continuaron por el suelo y por el pasillo y terminaron desmayándose en el
muro con una visión del coño supremo y eyacularon eludiendo el último hálito de
conciencia,
que endulzaron los coños de un millón de muchachas
estremeciéndose en el crepúsculo, y tenían los ojos rojos en las mañanas pero
estaban preparados para endulzar el coño del amanecer, resplandecientes nalgas
bajo graneros y desnudos en el lago,
que salieron de putas por Colorado en miríadas de autos
robados por una noche, N.C. héroe secreto de estos poemas, follador y Adonis de
Denver -regocijémonos con el recuerdo de sus innumerables jodiendas de
muchachas en solares vacíos y patios traseros de restaurantes, en desvencijados
asientos de cines, en cimas de montañas, en cuevas o con demacradas camareras
en familiares solitarios levantamientos de enaguas y especialmente secretos
solipsismos en baños de gasolineras y también en callejones de la ciudad natal,
que se desvanecieron en vastas y sórdidas películas, eran
cambiados en sueños, despertaban en un súbito Manhattan y se levantaron en
sótanos con resacas de despiadado Tokai y horrores de sueños de hierro de la
tercera avenida y se tambalearon hacia las oficinas de desempleo,
que caminaron toda la noche con los zapatos llenos de
sangre sobre los bancos de nieve en los muelles esperando que una puerta se
abriera en el East River hacia una habitación llena de vapor caliente y opio,
que crearon grandes dramas suicidas en los farellones de
los departamentos del Hudson bajo el foco azul de la luna durante la guerra y
sus cabezas serán coronadas de laurel y olvido,
que comieron estofado de cordero de la imaginación o
digirieron el cangrejo en el lodoso fondo de los ríos de Bowery,
que lloraron ante el romance de las calles con sus carritos
llenos de cebollas y mala música,
que se sentaron sobre cajas respirando en la oscuridad
bajo el puente y se levantaron para construir clavicordios en sus áticos,
que tosieron en el sexto piso de Harlem coronados de
fuego bajo el cielo tubercular rodeados por cajas naranjas de Teología,
que escribieron frenéticos toda la noche balanceándose y
rodando sobre sublimes encantamientos que en el amarillo amanecer eran estrofas
incoherentes,
que cocinaron animales podridos pulmón corazón pié cola
borsht & tortillas soñando con el puro reino vegetal,
que se arrojaron bajo camiones de carne en busca de un
huevo,
que tiraron sus relojes desde el techo para emitir su
voto por una eternidad fuera del tiempo, & cayeron despertadores en sus cabezas cada día por toda la década
siguiente,
que cortaron sus muñecas tres veces sucesivamente sin
éxito, desistieron y fueron forzados a abrir tiendas de antigüedades donde
pensaron que estaban envejeciendo y lloraron,
que fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de
franela en Madison Avenue entre explosiones de versos plúmbeos & el
enlatado martilleo de los férreos regimientos de la moda & los gritos de
nitroglicerina de maricas de la publicidad & el gas mostaza de inteligentes
editores siniestros, o fueron atropellados por los taxis ebrios de la realidad
absoluta,
que saltaron del puente de Brooklyn esto realmente
ocurrió y se alejaron desconocidos y olvidados dentro de la fantasmal niebla de
los callejones de sopa y carros de bomba
del barrio Chino, ni siquiera una cerveza gratis,
que cantaron desesperados desde sus ventanas, se cayeron
por la ventana del metro, saltaron en el sucio Passaic, se abalanzaron sobre
negros, lloraron por toda la calle, bailaron descalzos sobre vasos de vino
rotos y discos de fonógrafo destrozados de nostálgico Europeo jazz Alemán de
los años 30 se acabaron el whisky y vomitaron gimiendo en el baño sangriento,
con lamentos en sus oídos y la explosión de colosales silbatos de vapor,
que se lanzaron por las autopistas del pasado viajando
hacia la cárcel del gólgota -solitario mirar- autos preparados de cada uno de
ellos o Encarnación de Jazz de Birmingham,
que condujeron campo traviesa por 72 horas para averiguar
si yo había tenido una visión o tú habías tenido una visión o él había tenido
una visión para conocer la eternidad,
que viajaron a Denver, murieron en Denver, que volvían a
Denver; que velaron por Denver y meditaron y andaban solos en Denver y
finalmente se fueron lejos para averiguar el tiempo, y ahora Denver extraña a
sus héroes,
que cayeron de rodillas en desesperanzadas catedrales
rezando por la salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que al alma
se le iluminó el cabello por un segundo,
que chocaron a través de su mente en la cárcel esperando
por imposibles criminales de cabeza dorada y el encanto de la realidad en sus
corazones que cantaba dulces blues a Alcatraz,
que se retiraron a México a cultivar un hábito o a Rocky
Mount hacia el tierno Buda o a Tánger en busca de muchachos o a la Southern
Pacific hacia la negra locomotora o de Harvard a Narciso a Woodland hacia la
guirnalda de margaritas o a la tumba,
que exigieron juicios de cordura acusando a la radio de
hipnotismo y fueron abandonados con su locura y sus manos y un jurado indeciso,
que tiraron ensalada de papas a los lectores de la CCNY
sobre dadaísmo y subsiguientemente se presentan en los escalones de granito del
manicomio con las cabezas afeitadas y un arlequinesco discurso de suicidio,
exigiendo una lobotomía al instante,
y recibieron a cambio el concreto vacío de la insulina
Metrazol electricidad hidroterapia psicoterapia terapia ocupacional ping pong y
amnesia,
que en una protesta sin humor volcaron sólo una simbólica
mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia,
volviendo años después realmente calvos excepto por una
peluca de sangre, y de lágrimas y dedos, a la visible condenación del loco de
los barrios de las locas ciudades del Este,
los fétidos salones del Pilgrim State Rockland y
Greystones, discutiendo con los ecos del alma, balanceándose y rodando en la
banca de la soledad de medianoche reinos dolmen del amor, sueño de la vida una
pesadilla, cuerpos convertidos en piedra tan pesada como la luna,
con la madre finalmente ****** [i] , y el último
fantástico libro arrojado por la ventana de la habitación, y a la última puerta
cerrada a las 4 AM y el último teléfono golpeado contra el muro en protesta y
el último cuarto amoblado vaciado hasta la última pieza de mueblería mental, un
papel amarillo se irguió torcido en un colgador de alambre en el closet, e
incluso eso imaginario, nada sino un esperanzado poco de alucinación-
ah, Carl, mientras no estés a salvo yo no voy a estar a
salvo, y ahora estás realmente en la total sopa animal del tiempo-
y que por lo tanto corrió a través de las heladas calles
obsesionado con una súbita inspiración sobre la alquimia del uso de la elipse
el catálogo del medidor y el plano vibratorio,
que soñaron e hicieron aberturas encarnadas en el tiempo
y el espacio a través de imágenes yuxtapuestas y atraparon al Arcángel del alma
entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y pusieron el nombre
y una pieza de conciencia saltando juntos con una sensación de Pater Omnipotens
Aeterna Deus
para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa
humana y pararse frente a ti mudos e inteligentes y temblorosos de vergüenza,
rechazados y no obstante confesando el alma para conformarse al ritmo del
pensamiento en su desnuda cabeza sin fin,
el vagabundo demente y el ángel beat en el tiempo,
desconocido, y no obstante escribiendo aquí lo que podría quedar por decir en
el tiempo después de la muerte,
y se alzaron reencarnando en las fantasmales ropas del
jazz en la sombra de cuerno dorado de la banda y soplaron el sufrimiento de la
mente desnuda de América por el amor en un llanto de saxofón eli eli lamma
lamma sabacthani que estremeció las ciudades hasta la última radio
con el absoluto corazón del poema sanguinariamente
arrancado de sus cuerpos bueno para alimentarse mil años.
II
¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió sus cráneos y
devoró sus cerebros y su imaginación?
¡Moloch! ¡Soledad! ¡Inmundicia! ¡Ceniceros y dólares
inalcanzables! ¡Niños gritando bajo las escaleras! ¡Muchachos sollozando en
ejércitos! ¡Ancianos llorando en los parques!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch el sin
amor! ¡Moloch mental! ¡Moloch el pesado juez de los hombres!
¡Moloch la prisión incomprensible! ¡Moloch la desalmada
cárcel de tibias cruzadas y congreso de tristezas! ¡Moloch cuyos edificios son
juicio! ¡Moloch la vasta piedra de la guerra! ¡Moloch los pasmados gobiernos!
¡Moloch cuya mente es maquinaria pura! ¡Moloch cuya
sangre es un torrente de dinero! ¡Moloch cuyos dedos son diez ejércitos!
¡Moloch cuyo pecho es un dínamo caníbal! ¡Moloch cuya oreja es una tumba
humeante!
¡Moloch cuyos ojos son mil ventanas ciegas! ¡Moloch cuyos
rascacielos se yerguen en las largas calles como inacabables Jehovás! ¡Moloch
cuyas fábricas sueñan y croan en la niebla! ¡Moloch cuyas chimeneas y antenas
coronan las ciudades!
¡Moloch cuyo amor es aceite y piedra sin fin! ¡Moloch
cuya alma es electricidad y bancos! ¡Moloch cuya pobreza es el espectro del
genio! ¡Moloch cuyo destino es una nube de hidrógeno asexuado! ¡Moloch cuyo
nombre es la mente!
¡Moloch en quien me asiento solitario! ¡Moloch en quien
sueño ángeles! ¡Demente en Moloch! ¡Chupa vergas en Moloch! ¡Sin amor ni hombre
en Moloch!
¡Moloch quien entró tempranamente en mi alma! ¡Moloch en
quien soy una conciencia sin un cuerpo! ¡Moloch quien me ahuyentó de mi éxtasis
natural! ¡Moloch a quien yo abandono! ¡Despierten en Moloch! ¡Luz chorreando
del cielo!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Departamentos robots! ¡Suburbios
invisibles! ¡Tesorerías esqueléticas!
¡Capitales ciegas! ¡Industrias demoníacas! ¡Naciones
espectrales! ¡Invencibles manicomios! ¡Vergas de granito! ¡Bombas monstruosas!
¡Rompieron sus espaldas levantando a Moloch hasta el
cielo! ¡Pavimentos, árboles, radios, toneladas! ¡Levantando la ciudad al cielo
que existe y está alrededor nuestro!
¡Visiones! ¡Presagios! ¡Alucinaciones! ¡Milagros!
¡Éxtasis! ¡Arrastrados por el río americano!
¡Sueños! ¡Adoraciones! ¡Iluminaciones! ¡Religiones! ¡Todo
el cargamento de mierda sensible!
¡Progresos! ¡Sobre el río! ¡Giros y crucifixiones!
¡Arrastrados por la corriente! ¡Epifanías! ¡Desesperaciones! ¡Diez años de
gritos animales y suicidios! ¡Mentes! ¡Nuevos amores! ¡Generación demente!
¡Abajo sobre las rocas del tiempo!
¡Auténtica risa santa en el río! ¡Ellos lo vieron
todo! ¡Los ojos salvajes! ¡Los santos
gritos! ¡Dijeron hasta luego! ¡Saltaron del techo! ¡Hacia la soledad!
¡Despidiéndose! ¡Llevando flores! ¡Hacia el río! ¡Por la calle!
III
¡Carl Solomon! Estoy contigo en Rockland
Donde estás más loco de lo que yo estoy
Estoy contigo en Rockland
Donde te debes sentir muy extraño
Estoy contigo en Rockland
Donde imitas la sombra de mi madre
Estoy contigo en Rockland
Donde has asesinado a tus doce secretarias
Estoy contigo en Rockland
Donde te ríes de este humor invisible
Estoy contigo en Rockland
Donde somos grandes escritores en la misma horrorosa máquina de escribir
Estoy contigo en Rockland
Donde tu condición se ha vuelto seria y es reportada por la radio
Estoy contigo en Rockland
Donde las facultades de la calavera no admiten más los gusanos de los
sentidos
Estoy contigo en Rockland
Donde bebes el té de los pechos de las solteras de Utica
Estoy contigo en Rockland
Donde te burlas de los cuerpos de tus enfermeras las arpías del Bronx
Estoy contigo en Rockland
Donde
gritas en una camisa de fuerza que estás perdiendo el juego del verdadero
ping
pong del abismo
Estoy contigo en Rockland
Donde golpeas el piano catatónico el alma es inocente e inmortal jamás
debería
morir
sin dios en una casa de locos armada
Estoy contigo en Rockland
Donde cincuenta shocks más no te devolverán nunca tu alma a su cuerpo de
su
peregrinaje a una cruz en el vacío
Estoy contigo en Rockland
Donde acusas a tus doctores de locura y planeas la revolución socialista
hebrea
contra
el Gólgota nacional fascista
Estoy contigo en Rockland
Donde abres los cielos de Long Island y resucitas a tu Jesús humano y
viviente de la
tumba
sobrehumana
Estoy contigo en Rockland
Donde hay veinticinco mil camaradas locos juntos cantando las estrofas
finales de
La
Internacional
Estoy contigo en Rockland
Donde abrazamos y besamos a los Estados Unidos bajo nuestras sábanas los
Estados
Unidos que tosen toda la noche y no nos dejan dormir
Estoy contigo en Rockland
Donde
despertamos electrificados del coma por el rugir de los aeroplanos de
nuestras propias almas sobre el tejado ellos han venido para lanzar
bombas
angelicales el hospital se ilumina a sí mismo colapsan muros imaginarios Oh
escuálidas legiones corren afuera
Oh estrellado shock de compasión la guerra
eterna
está aquí Oh victoria olvida tu ropa
interior somos libres
Estoy contigo en Rockland
En
mis sueños caminas goteando por un viaje a través del mar sobre las carreteras
a
través
de América llorando hasta la puerta de mi cabaña en la noche del oeste
San Francisco, 1955-1956
Nota A Pie De Página Para “Aullido”
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
¡El mundo es santo! ¡El alma es santa! ¡La piel es santa!
¡La nariz es santa! ¡La lengua y la verga y la mano y el agujero del culo son
santos!
¡Todo es santo! ¡todos son santos! ¡todos los lugares son
santos! ¡todo día está en la eternidad! ¡Todo hombre es un ángel!
¡El vago es tan santo como el serafín! ¡el demente es tan
santo como tú mi alma eres santa!
¡La máquina de escribir es santa el poema es santo la voz
es santa los oyentes son santos el éxtasis es santo!
¡Santo Peter santo Allen santo Solomon santo Lucien santo
Kerouac santo Huncke santo Burroughs santo Cassady santos los desconocidos
locos y sufrientes mendigos santos los horribles ángeles humanos!
¡Santa mi madre en la casa de locos! ¡Santas las vergas
de los abuelos de Kansas!
¡Santo el gimiente saxofón! ¡Santo el apocalipsis del
bop! ¡Santas las bandas de jazz marihuana hipsters paz peyote pipas y baterías!
¡Santa las soledades de los rascacielos y pavimentos!
¡Santas las cafeterías llenas con los millones! ¡Santos los misteriosos ríos de
lágrimas bajo las calles!
¡Santo el argonauta solitario! ¡Santo el vasto cordero de
la clase media! ¡Santos los pastores locos de la rebelión! ¡Quien goza Los
Ángeles es Los Ángeles!
¡Santa New York santa San Francisco santa Peoria &
Seattle santa París santa Tánger santa Moscú santa Estambul!
¡Santo el tiempo en la eternidad santa eternidad en el
tiempo santos los relojes en el espacio la cuarta dimensión santa la quinta
Internacional santo el ángel en Moloch!
¡Santo el mar santo el desierto santa la vía férrea santa
la locomotora santas las visiones santas las alucinaciones santos los milagros
santo el globo ocular santo el abismo!
¡Santo perdón! ¡compasión! ¡caridad! ¡fe! ¡Santos!
¡Nosotros! ¡cuerpos! ¡sufriendo! ¡magnanimidad!
¡Santa la sobrenatural extra brillante inteligente bondad
del alma!
Berkeley, 1955
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