lunes, 31 de agosto de 2015

SOBRE LA CASA DE PABLO, EL GUARDA DE LOS BUNGALOWS INGLESES EN PUNTA UMBRÍA DE LA RÍO TINTO COMPANY LIMITED


Viví toda mi infancia y primera juventud en una casa (hoy derruida) que pegaba, esquina con esquina, con esta de la que hoy hablamos y a la que intentamos salvar.
Para quien no esté informado del asunto, intentaré primero hacer un poco de historia. Como frase introductoria diré que la Punta Umbría que hoy se padece no tiene nada que ver con aquel antiguo paraíso. La han ido machacando poco a poco. Impunemente. No tengo gran simpatía por los ingleses, desde un punto de vista político al menos, pero he de reconocer sus virtudes y su respeto por la estética y el patrimonio. ¿Sabéis lo que hacen ellos para conservar los tradicionales cottages de sus campiñas? Subvencionan (pasta en mano) a los propietarios para que los mantengan adecuadamente y tal como fueron construidos desde un principio.
Los ingleses llegaron a Punta Umbría en el siglo XIX. Entonces era una aldea de pescadores formada por unas cuantas cabañas que podrían ser perfectamente del Neolítico. Los ingleses, a los que descubrieron Punta Umbría los doctores de la Compañía Mackay y MacDonald, compraron allí unos terrenos que abarcaban todo el bosquecillo de La Retama (hoy desaparecido) y parte del Cerrito, o Murito, hasta llegar a la Ría. Y allí construyeron una serie de casas, unas veinte (la mayoría de madera), elevadas sobre pilares, que no sólo eran el testimonio arquitectónico más antiguo del pueblo sino un tipo de construcción que ellos hicieron en pocos lugares del planeta. Entre ellos, Punta Umbría. Su valor era incalculable. Pero, claro, la ignorancia es incurable a veces. Yo he visto, en México, quemar un órgano barroco por el que un anticuario hubiese dado millones de euros, “porque era un tiliche (trasto) inservible”. Eso pasa cuando la cultura no importa porque se ignora su valor. Pero también pasa cuando las administraciones están más preocupadas (e interesadas) por el dinero que por la cultura y la memoria de su pueblo.
Todas aquellas casas fueron derruidas por un Consistorio incompetente. Os diré cómo ocurrió en palabras de mi hermano Emilio Morales, que fue testigo y lo ha contado muy bien. Dice, a raíz de la petición de firma que os pasaré más abajo: “Pero hace tiempo que me conformé con el vandalismo de nuestros próceres de todas las épocas y tendencias. Fui testigo directo del "asesinato" de las casas de Riotinto en Punta Umbría. Las tiraban con una máquina pesada, luego vertían dos bidones de gasolina y les prendían fuego. Actuaron con prisas y en un solo día habían concluido la tarea. Tendrían miedo de las protestas. El caso es que, sobre la cultura, sobre el sentido común, sobre la historia, triunfó una vez más la ambición urbanística. Los que vemos las cosas de otro modo hemos perdido esta batalla. La prueba es la casa de Pablo: aunque han decidido en pleno rehabilitarla, no lo hacen. Es un sitio demasiado goloso para que lo destinen a un último homenaje a la historia de Punta Umbría. Lo destruirán también. Pese a todo, firmaré la petición como es natural. Pero con la amargura de la desesperanza. Parece mentira que los dirigentes que han tomado todas las decisiones de la destrucción y el abandono sean de Punta Umbría”. Lo que no cuenta es que, unos años antes, cuando la Compañía, ya en manos españolas, tomó posesión de terreno y casas, ofreció a las autoridades del pueblo un trueque de todo aquello por unas tierras equivalentes en extensión a la entrada del pueblo. Y el Consistorio dijo que no. Un grupo de jóvenes, casi más ingenuos que idealistas, se dirigieron al Ayuntamiento a pedirle al Alcalde que esas casas se conservasen y mantuvieran para el pueblo, ya que en ellas se podían hacer cosas increíbles. Por ejemplo, una Universidad de Verano. El edil se sonrió, les dio unas palmaditas a los jovenzuelos y adiós.
Tiraron y quemaron las casas. En esos terrenos, vendidos por la Compañía a particulares, se han construido chalets modernos de más o menos lujo. Ya huyeron de la Retama destruida los duendes, las hadas y los elfos y los sueños de los niños y de los poetas.
Sólo queda un testimonio, sólo, triste, pero al que mantiene en pie un indudable orgullo junto a la lucha de Pablo Fernández Rebollo: la casa del guarda. Es el edificio civil más antiguo de Punta Umbría. Y hay una campaña en pie a la que os pido que os suméis. Hay varias formas. Os diré dos. Una, firmando la petición emitida por change.org, de la que os pongo el link: https://www.change.org/p/excmo-sr-alcalde-del-ayuntamiento-de-punta-umbria-salve-la-casa-del-guarda-de-la-rtcl-de-punta-umbria-huelva-ultimo-vestigio-de-la-arquitectura-civil-del-s-xix-en-pie?recruiter=17511777&utm_source=share_petition&utm_medium=facebook&utm_campaign=share_page&utm_term=mob-xs-share_petition-no_msg&fb_ref=Default
Otra, enviando tweets al Ayuntamiento de Punta Umbría exigiéndole que conserve, cuide y restaure (bajo la supervisión de Pablo Fernández Rebollo) la casa del guarda de la RTCL. Su dirección en twitter es @AytoPuntaUmbria
Gracias, amigos y amigas.