martes, 30 de junio de 2015

LA CEREMONIA DE LA CONFUSIÓN

A seis o siete meses de las Elecciones Generales en España, este país está sumido en un auténtico marasmo político. Después de una indignación que tomó cuerpo en el movimiento ciudadano del 15M, y llegados casi todos a la conclusión de que levantar las manos en la calle puede quedar muy hermoso pero no conduce a nada práctico, al calor de este fuego emergieron partidos nuevos que prometían una gestión limpia, honrada, transparente y con una amplia participación del pueblo. Mientras, los partidos de siempre continuaban siendo como siempre y los casos de corrupción saltaban y saltan a la luz pública día a día. Y la crisis no se acaba, diga lo que diga Rajoy, cuya marca desde el principio de su mandato es la mentira.
De los nuevos partidos (considerado Ciudadanos como marca blanca del PP) el que más ilusión suscitó fue Podemos. Por creer en él, no sólo creyó, por ejemplo, Gabilondo, periodista de probada calidad y honestidad, que les dio, al menos de forma implícita, un voto de confianza. También personajes claramente encuadrados en la derecha, como el cantante Bertín Osborne, aseguraban estar de acuerdo en casi todo lo que decía Pablo Iglesias. Hasta que, dadas las declaraciones del líder de Podemos con respecto a Venezuela, cambió su opinión.
La formación de Pablo Iglesias, al día de hoy, sigue defraudando a sus simpatizantes. Lo más importante no es que Colau haya nombrado a una activista “post porno”, Águeda Bañón, como responsable del departamento de comunicación (esto puede ser sólo una cuestión dudosamente estética) ni que el alcalde de Cádiz, “Kichi”, interviniese en un deshaucio donde no está claro quién es la víctima o el victimario (tal vez ambos lo sean). La cosa empieza a ponerse más turbia cuando nos enteramos de que Manuela Carmena, saltándose el reglamento y la propia ética de su partido, contrata como jefe de Gabinete a un familiar. Ya empezamos. Y eso que aún no han empezado. Empezar antes de empezar es una contradicción en los términos. Pero aquí la tenemos. Sólo son ejemplos de cosas que están ocurriendo en muchos ayuntamientos dirigidos por Podemos o sus marcas blancas.
Pero la guinda de la tarta, el colmo de la contradicción, está en las primarias celebradas por la formación hoy mismo. Unas primarias encaminadas a garantizar a Iglesias y su grupo la gobernabilidad, en caso de ganar, dejando afuera a todas las corrientes críticas que pueda haber dentro de su propio partido . Esto ya no deja lugar a dudas. Es decir, a que no hay alternativas. A que, como decía en un principio, estamos en un marasmo político. Estamos, una vez más, en el punto cero, antes del 15M. ¿Qué hacer? ¿No votar? Ganará otra vez el PP. ¿Votar PSOE? Noooooo. En absoluto. ¿Votar un partido minoritario? No sirve para nada. ¿Votar a quién? Resultado: neurosis absoluta. Mal rollo.
Y que no se piense que me alegro. Yo también me ilusioné con Podemos. Pero ya me han engañado otros demasiadas veces. Y se termina aprendiendo.

A veces, cuando me da la parana (o la lucidez) pienso que todo esto es una ceremonia de la confusión organizada por los de siempre para perpetuarse en el trono. Que Dios (exista o no) nos ampare. No veo otra.