Juan
Fernández Ortega acaba de publicar su libro “A una diosa mulata” en la Editorial
malagueña “Corona del Sur”. Dejo aquí el pequeño prólogo que antecede al libro
para que el lector o lectora se haga una idea del texto y si quiere adquirirlo.
Mi recomendación es que se adquiera y se lea. Lo merece sin duda alguna.
“Hay
libros que se escriben con la inteligencia, hay otros que se escriben con el
ingenio; otros, aplicando meras técnicas aprendidas, otros que se hacen
siguiendo las formulas del best seller… Hay otros libros, pocos, que se
escriben con el corazón. De ese tipo de obras podemos decir con Walt Whitman: "quien toca este libro toca un
hombre". Y de esa clase es el que tienes entre las manos, lector. Como
perteneciente a tal categoría, una de sus características es la sinceridad.
Pero, si bien es verdad que hay libros de este tipo cuya única virtud es esa,
la sinceridad, en este se suma a aquella una notable altura literaria.
Por
aires, orillas y barrios y plazas caribeños, el autor, inmerso en anhelo,
melancolía, sentimiento, en ese bello “amour fou” que opera una inevitable
alquimia en nuestras almas, va erigiendo, palabra a palabra, un emocionado
altar a su diosa mulata.
¿El
origen? ¿La anécdota? Pertenecen a la intimidad del poeta y sobre ello
guardaremos un sagrado silencio salvo la observación de que tras estos textos
palpita una rigurosa y emotiva verdad. Amén de que se hace innecesario contar
la historia en la medida en que esta colección de prosas, de indudable
naturaleza poética, narra lo que de aquella (es decir, lo literario) interesa
al lector.
Nos
importa aquí, por tanto, el texto y no la vida del escritor. Un texto que, por
la utilización alusiva y sugerente del lenguaje, puede recordarnos a los
mejores simbolistas como, por ejemplo, el Marcel Schwob de “El libro de
Monelle”. Y que, por su divinización de la amada, nos remite a la poesía
trovadoresca medieval , que seguirá encontrando ecos en la Historia de la
Literatura. Recordemos las palabras de Calixto en “La celestina”: “Melibeo soy y a Melibea adoro, y en Melibea
creo y a Melibea amo”.
El
amor deviene aquí en una suerte de mística profana (“Si el amor es un acto cósmico que abarca toda la aventura humana, es
porque al quererte soy el Universo…”), en una religión donde la diosa,
altiva, inalcanzable, elusiva, como toda divinidad, arranca del amante una
plegaria propiciatoria que se va desgranando en hermosos fragmentos, en quejas
que cantan la belleza inefable de la amada y la dibujan en medio de un paisaje
tropical por el que ella pasa derramando en toda su pureza el orgullo de una
raza antigua.
En
renovada metáfora, la vieja Europa se inclina fascinada ante la autenticidad
primigenia, fulgurante, que de un pueblo injustamente acosado y maltratado, sigue
representando la diosa mulata. Pues a su paso “el universo se daba
entero, presente, a cada instante, en un lugar insospechado, como si el destino
se complaciera en demostrar que el olor a eternidad no era más que un mero
episodio de tu hermosura...”
Sin
más, nota bene, lector, lectora, afortunado, afortunada.”
1 comentario:
Amazing things here. I'm very glad to see your post. Thanks so much and I am taking a look forward to touch you. Will you kindly drop me a mail?
My website - transfer news liverpool
Publicar un comentario