Vaya por delante
que, para mí, las religiones, todas las religiones, son actualmente momias,
restos muertos de lo que, tal vez, en un pasado lejano debió de obedecer a un
genuino impulso espiritual. Esto no quiere decir que sea ateo, ni siquiera
agnóstico. Estoy convencido de que algo hay además de este mundo material que
nos rodea y que no deja de ser una ilusión pasajera, una fantasmagoría, una
sombra de la auténtica realidad. Aclarado esto, insisto en que las religiones
me parecen cadáveres disfrazados, de naturaleza estrictamente política y cuyos
objetivos son el poder, la dominación y el control económico, como el de otras
organizaciones mundiales (véase el Club Bilderberg).
Pues bien. En los
últimos tiempos corre como un reguero de pólvora encendida por el planeta la
indignación por lo que está sucediendo en Gaza. Indignación que comparto sin
reservas. La matanza indiscriminada de inocentes en la zona debe cesar ya. No
creo que eso lo discuta nadie, excepto algún que otro loco, como, por ejemplo,
la diputada israelí Ayelet Shaked (http://www.cronica.com.ar/article/details/10938/israeli-pide-matar-madres-palestinas-para-no-criar-serpientes)
.
Sin embargo, creo
que esta tragedia no debe inducirnos a posturas peligrosas. Como, por ejemplo,
condenar a todos los israelíes, meterlos a todos en el mismo saco y llegar a
asumir las ideas raciales del propio Hitler acerca de los judíos. En el mismo
Israel se están dando manifestaciones de miles de personas judías en contra de
la guerra y de las agresiones a los palestinos (http://www.abc.com.py/internacionales/miles-de-israelies-manifiestan-en-tel-aviv-contra-la-guerra-en-gaza-1270033.html)
. Todo juicio simplón acerca de una colectividad es estúpido y puede llegar a
ser letal. Al Gobierno israelí es a quien hay que señalar, no al pueblo judío
(no a todo, al menos). A Estados Unidos, que los apoya, provee y protege (no en
vano el lobby judío es poderosísimo en EEUU, no por casualidad la mayoría de los
grandes magnates que dominan el mundo, Rothschild, Rockefeller, llevan apellidos
judíos) es a quien hay que pedir cuentas. Pero no hay que olvidarse de mirar
hacia el otro lado. Los integristas islámicos (en este caso, Hamás) son más
peligrosos que un escorpión en un bidet y sus objetivos reales, como los de
todos los líderes religiosos, no están nada claros. Ni sus métodos. No sé si
será cierto que implican a sus niños en la guerra y que utilizan niños-bomba
para sus atentados. ¡La información nos llega tan intoxicada! Si es cierto, es
asqueroso, inhumano, intolerable. Y las críticas mundiales también deberían
dirigirse a ellos.
La comunidad
internacional debería, en suma, centrarse en parar esta guerra a toda costa,
sin excusas, para entrar en una paz negociada. Y, sobre todo, en proteger las
vidas y los escasos bienes de los débiles e inocentes. Y dejar de plantearse si
fue primero el huevo o la gallina o si son galgos o podencos.
Mucho me temo que
no lo harán. Porque todo apunta a que detrás de todo lo que está sucediendo en
el planeta hay intereses y planes perversos e inconfesables de los que
realmente nos dominan a todos. Nos encaminamos, me temo, a una enorme
catástrofe a nivel planetario. La hoguera más llamativa está ahora encendida
en Palestina. Y el resto del mundo sometido a presiones cada vez menos
soportables que se van convirtiendo en pequeños incendios que crecen y crecen.
Nos dirigimos, insisto, al precipicio. Ojalá me equivoque. ¿Estamos a tiempo de
evitarlo? Ojalá sea así.
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