A vosotros, dioses
que pululáis por el aire dentro del aire, dioses que envidiáis al mortal si es
feliz y os cebáis en él si la desgracia le clavó sus garras, a vosotros que
favorecéis a los poderosos y los ricos y permitís, cuando no los ayudáis con
vuestro fétido aura, que aplasten y opriman a los débiles y desfavorecidos por
la fortuna, esa fortuna que repartís injustamente como quien arroja un puñado
de confetis al aire, a vosotros que jugáis con nosotros como si fuésemos
marionetas o piezas de un ajedrez enloquecido, a vosotros os digo, os grito a
la cara que sólo merecéis mi desprecio, que vuestro ocaso está próximo. Y os
reto, os reto con la sola protección de mi coraza, el amor, con mi única arma,
el amor, con mi única estrategia, el amor. Y con la esperanza de que, si bien
he de pagar con aún más dolor del que me habéis infligido, mi atrevimiento,
vuestra derrota es posible. Pues David venció a Goliat y una legión de hormigas
o mosquitos puede acabar con un elefante o un león. Imploro al Espíritu Santo
para que me asista. Y os maldigo, demonios que envenenáis la vida. Amen.
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