Los surrealistas llamaban a la vida “Le
grand Jeu”. Y, efectívamente, la vida está llena de reglas, pruebas y situaciones
azarosas que van marcando la senda. Y está reflejada en multitud de juegos, por
no decir en todos. Surge este post de mi último proyecto que, ya desde antes de
iniciarse, o incipientemente iniciado, va encontrando sus obstáculos. Me
refiero a un peregrinaje por El Camino de Santiago. Ha sido en la preparación
de esta dura caminata equiparada con “El juego de la Oca”, y dicen que
inventado (yo digo que más bien retomado) por los templarios, cuando he
recordado que, de forma casi intuitiva, escribí y publiqué un artículo sobre
dicho juego en mayo de 1983. No tenía yo entonces ni idea de simbología ni de
la dimensión simbólica de lo lúdico. Hoy afirmo, con Salustio, que “El mundo es
un objeto simbólico”. Y tal afirmación no deja fuera, naturalmente, al juego.
¿Qué es el juego de Damas sino una lucha lúdica entre el bien y el mal? ¿Que es
el juego de la peonza o el trompo sino una forma de reproducir el girar del
mundo? Y, de forma especialmente prístina muestra su lección el Juego de la Oca.
Que me va marcando las pautas para iniciarlo y terminarlo o esperar tumbado a
la sombra de la existencia, hasta que el destino me lo indique.
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1 comentario:
y me quedé pensando, mucha razón hay entre líneas
saludos
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