Si alguien, y más un ser querido, tu
mujer, un hijo, te dice, implícita o explícitamente, “me estoy poniendo en tus
manos” y tú se lo comentas a alguien y te dice: “No hagas caso, te está
chantajeando”. ¿A quién debes hacer caso? A ninguno. Debes hacer caso a tu
corazón. Ahí está el verdadero Dios que te habla. Hazle caso a él. Y no te
equivocarás. Puede que inmediatamente creas que te has equivocado. Pero la vida
es un laberinto travieso que da vueltas y vueltas. Y, al final, descubrirás que
hiciste lo correcto. Haz siempre lo que el corazón te mande. Si un mendigo te
pide limosna y tus ideas políticas te dicen que no debes dársela porque es
obligación del Estado atender a esas personas con un trabajo y una vida digna,
aunque tu razón lleve razón, haz lo que te mande tu corazón. Eso he pensado
siempre y eso pensaba cuando escribía este pequeño post. Como decía Séneca: “Ars
longa, vita brevis”. O Pascal: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si
pierde su alma?”. Así que, como pedía Bretón, “Seamos realistas, pidamos lo
imposible”. Suerte y amor para todos.
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