Ahí
andaba el tipo en el infierno. No sabía desde cuándo. Ese no saber era uno de
los tormentos del lugar, dando por descontado que ahí todo, cualquier detalle,
es tormento, incluyendo la ignorancia de en qué consiste ese dolor.
-¿Cómo
lo definirías? –le preguntó el demonio más astuto.
-No
sé. ¿Dolor hueco? ¿Dolor nada?
-Frío,
frío –respondió el diablo con una carcajada-. Pero dejémoslo. Aunque te
llevaras eones pensándolo no darías con la solución. Sin embargo, hoy me
encuentro generoso y de buen humor. Así que te haré un regalo. Por supuesto, no
voy a darte la respuesta a mi pregunta. Pero sí te diré algo muy importante.
¿Sabes qué es lo peor del infierno?
-No
sé. Aquí todo es malo.
-Imaginaba
que no sabrías contestar. La estulticia es una de las características de los
condenados. Pero yo te lo diré.
-Bien.
¿Qué es?
-Saber
que es eterno. De aquí no se sale nunca. El infierno es eterno. ¡Ja! Mira:
rima. ¿No te hace gracia?
-¿Qué
es hacer gracia?
-Olvídalo.
Hoy estoy chistoso. De buen humor, ya te dije. Tanto que estoy a punto de
hacerte otro regalo. Un regalo sin precedentes en la Ilustre Institución de Su Satánica
Majestad. Sé que me la juego con esto. Pero me siento travieso.
-¿Cuál
es ese regalo?
-Conste
que concediéndotelo me salto una regla que jamás ha sido violada.
-Dime.
-¿Te
gustaría salir de aquí?
-¡Claro!
-Mira
que no sabes lo que vas a encontrar ahí afuera.
-No
me importa. Dudo que haya nada peor que esto.
-Bien.
Tú lo has querido.
El
demonio abrió la puerta. Una luz resplandeciente, cegadora al principio, entró por ella. El tipo sintió que lo empujaban y las puertas del infierno se
cerraban tras él. Cuando pudo empezar a ver, no creía lo que se mostraba ante
sus ojos. Detrás de un cartel en el que letras maravillosas que acariciaban el
corazón rezaban PARAÍSO, la hierba,
verde esmeralda, flanqueaba arroyos y ríos de aguas cristalinas, el cielo azul
mostraba un bellísimo sol que, lejos de quemar, acariciaba con mimo su piel
ahora de luz y arropaba su espíritu. Miles de árboles inundaban praderas y
montañas cargados de frutos dulces. Vio su imagen en las aguas de un estanque.
Rejuvenecida. Había vuelto a lo mejor de la edad pero infinitamente más
perfecto. Era tal su bienestar que, no sólo la sensación de dolor, sino hasta la
misma palabra dolor la había olvidado. Un sentimiento profundo y arrullador que
lo envolvía todo y lo invadía a él por dentro le trajo una palabra que, aunque
no conocía, había estado ahí siempre: AMOR. Mientras que en el infierno, a
pesar de que lo había olvidado, el tiempo era interminable y cada segundo
duraba un siglo, aquí no tenía conciencia del paso del tiempo o tal vez el tiempo no existía. Cuando
en alguna ocasión había aspirado a esto sin saber a lo que aspiraba, lo había
llamado FELICIDAD. Pero ahora no tenía nombre ni lo necesitaba.
De
pronto, subido en un arbolito cercano y esbozando una sonrisa malévola, vio al
diablo que lo había sacado del averno. Se entretenía comiéndose el corazón de
un niño recién nacido.
El
tipo cerró los ojos horrorizado.
-Te
gusta el cielo, ¿eh? –dijo el demonio-. No hace falta que me contestes. Ya sé que
te gusta. ¡Pues hala! Es hora de volver al infierno.
Y
de una patada en el trasero lo devolvió a las tinieblas.
-Ya
te dije que hoy me sentía bromista y con ganas de hacer una buena cochinada.
Ahora sabes la respuesta real. Antes te mentí. Lo peor del infierno no es su
eternidad. Lo peor del infierno es haber conocido el cielo aunque sea un
instante y regresar luego para siempre al Reino de Satán.
Soltó
una carcajada.
-Pero,
mira. Como te he hecho esta marranada sólo reservada a los peores, te daré en
compensación un buen consejo, tomado del pío pintor Valdés Leal. Le propondré
a Mi Señor Cornudo que lo mande esculpir en las puertas: “Los que entréis aquí,
abandonad toda esperanza”. La esperanza sólo conseguirá aumentar tu
sufrimiento. Adiós, pardillo. Ya perdí
mucho rato contigo. Que sigas teniendo una miserable e infinita estancia entre
nosotros.
4 comentarios:
muy entretenido y hasta mordaz
saludos
Lo peor del Infierno es que está lleno de políticos y banqueros y que no hay fútbol ni toros ni vino y si te pica el escroto no te puedes arrascar.
...Lo mejor que tiene el Paraíso es que si estás en él puedes eviarles tus fotos rodeado de delicias epicúreas a tus amiguetes y enemigos que esten en el Infierno para que la envidia le coma los higadillos. Además no hay domingueros ni turistas ni gitanos ni la Guardia Civil te para ordenándote que soples.
Tu equipo es todos los meses campeón del mundo y las mujeres te dicen siempre la verdad.
Los niños no molestan porque están todos en el Limbo.
Como el Paraíso también es eterno puedes hacer allí todas las putadas que quieras que nadie puede expulsarte. Dios no se desdice.
Muy distinguido sr Anonimous: El otro comentario que me envía, sesudo y de indudable interés y mucha risa (jajaja, jejeje, jijiji, jojojo, jujuju) me es imposible publicarlo. Ya se hará cargo. Determinada palabra que contiene es "políticamente incorrecta". Y ya sabe usted que, por mucho menos, en estos tiempos acaba uno en el trullo. Y, la verdad sea dicha, prefiero que sigamos tomando nuestros vinos en El Rinconcito a que terminamos nuestras miserables vidas jugando al dominó en la cárcel, así sea junto a otros hombres de honor.
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