Hace poco más de un año colgué en este
blog un post en el que predije el peligro de que la historia se repitiera. No hay que ser adivino para esto ni poseer poderes paranormales, ni siquiera
ser historiador o analista político ni economista ni sociólogo. Basta con tener
un poco de sentido común y observar lo que está ocurriendo. La situación es
hermana gemela de la que había a finales de los años veinte y principios de los
treinta del siglo pasado. Incluso, igual que ellos tuvieron una dichosa década en la que
bailaron el charlestón, a nosotros nos correspondió la prosperidad en los
sesenta. Me estoy refiriendo, claro, a la situación global, con los distintos
matices que quepan entre países. Y de la misma manera que ellos pasaron por
varias crisis que culminaron en la Gran Depresión americana de 1929, que golpeó
al resto del mundo, así nosotros hemos pasado varios baches desde los setenta
que nos han llevado finalmente a la tremenda recesión en la que estamos
sumidos. El resultado de aquella crisis económica de antaño fue el surgimiento
de los partidos fascistas y, en concreto, del nacionalsocialismo hitleriano.
Los nazis ascendieron al poder de tres tacadas. Una modestísima representación
parlamentaria fue el inicio de una ascensión que los condujo al poder absoluto
en el plazo de tres comicios. Hoy vemos cómo la ultraderecha de Le Pen gana
escaños en Francia y cómo un simiesco partido neonazi ocupa un sector
importante del Parlamento griego. Estos gorilas imbéciles a los que el enano
Hitler hubiera gaseado sin dudarlo un momento, no ocultan sus intenciones. Se
aprovechan de la dramática situación que atraviesa su país para ganar adeptos
culpando a los inmigrantes de todos sus males. Estúpidos y malos, esos bastardos
tal vez no sean más que otros sicarios, esta vez destinados a hacer de espoleta
que precipite la tragedia, de los verdaderos culpables de nuestros males, una
plutocracia (llamémosla así), que se frota las manos en la sombra completamente
insensible ante el sufrimiento de los demás. Incluso no sé si el ascenso de los
partidos de ultraderecha no será sino una cortina de humo auspiciada por los
amos del mundo. Pero, en cualquier caso, ¿la humanidad no aprende? ¿Nadie va a
pararle los pies a esos energúmenos? ¿Todo el mundo va a quedarse quieto hasta
que haya ocurrido algo irremediable? Y hablo de todos: pueblo, políticos,
intelectuales, artistas… Todos los seres humanos sensatos. La historia ya nos
ha dado lecciones. No nos quejemos si, por no actuar a tiempo, sobreviene una
tragedia sin precedentes.
5 comentarios:
Mis ojos observan con impotencia, al igual que los tuyos, supongo, cómo el mundo va en picada hacia una terrible catástrofe. Pero, qué podemos hacer tú y yo y los lectores de tu blog? (perdona, este teclado no tiene signo de interrogación inicial). Leo día día en twitter las expresiones de repudio por todo lo que ocurre en diversas naciones, incluyendo mis propios gritos desesperados por hacer que mi voz se oiga y tomemos conciencia. Ojalá eso baste. Ojalá despertemos. Ojalá aprendamos al fin de los errores del pasado. Ojalá.
cierto es, cuando las izquierdas flaquean en la hora de sus horas, nace la brutalidad
saludos
Sí, Yuli, Omar. Ojalá hayamos aprendido y no permitamos un holocausto final. Ojalá. Lo veo difícil. Pero tal vez el milagro suceda.
Pero somos el mismo pueblo, Omar, quienes votamos y elegimos a esas derechas. Como dice Félix, parece que no aprendemos. Es decepcionante.
Así de triste es la vida, como tantas otras cosas, querido Félix...
Estel J.
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