La fe es conocimiento. Tener fe es saber. Tener fe no es creer. Creer es suponer: “Creo que esta tarde iré a tu casa” es igual a “Supongo que esta tarde iré a tu casa”. La fe es certeza. Sin atisbo de duda. Sin necesidad de prueba. La prueba está en ella misma. Para el pensamiento racionalista se trata de una especie de locura. Para el pensamiento religioso y/o poético es una gracia que escasea. Son muchos los que dicen tener fe pero muy pocos los que la tienen. Ver "Ordet", de Dreyer. Para el que tiene fe, el objeto de su fe es real y así efectivamente sucede. Es la base de la magia y de los milagros. Al desaparecer la fe, aparecen la ignorancia y la duda y la angustia y la ciencia con todos sus cruces de caminos constantemente revisados, sus rectificaciones, sus incertidumbres. Al respecto leed La rosa de Paracelso, del maestro Jorge Luis Borges, clicando aquí.
3 comentarios:
Qué bonitooo!!! El relato borgeano al que haces referencia es maravilloso. Un abrazo!
Comparto tu visión y celebro el relato a que nos remites. Un placer saludarte.
Hablas en tono mayor de otro saber, el de la inmanencia, y por ahí la fe, que roza otros saberes y está en su esencia natural. Y "la certeza...", no es más que un principio de conciencia. conocimiento o veracidad de algo.
Saludos, Myriam Solar
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