Esto es una espada templaria. Fue un regalo que hice a mi
hijo. Hoy, después de muchos años, la encuentro entre cosas perdidas. ¿Qué
quiere decirme? Igual que el mirlo que cada noche y cada mañana viene a
cantarme, ¿qué quiere decirme? Lucho con mi mente que se revuelve como una
culebra. Pero la espada sigue ahí, serena, un tanto oxidada por el tiempo. Y el
mirlo insiste. Tal vez la espada diga: “Lucha, corta las cadenas que te atan”.
Y el mirlo: “Canta, canta a la vida que siempre sonríe por dura que sea”. Y yo,
tonto, tonto, miro a la espada, oigo al pájaro, no creo en nada, recuerdo,
recuerdo… y me sirvo otro vaso de whisky.
¿A quién sirve el Grial?
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