martes, 6 de marzo de 2012

EL NOMBRE DE DIOS

Ya anteriormente, aunque de manera más desenfadada, dediqué un post a un tema que lindaba con el que ocupa a este. Aquí seré más serio. Decía en una respuesta a determinado comentario en aquella entrada que “El nombre de dios ha constituido siempre un problema en el entorno religioso universal”. Así es, efectivamente. Al respecto, dice Louis Cattiaux en su libro “El mensaje reencontrado”: “Posee todos los nombres y no tiene ninguno”. De forma mucho más transparente (aunque a muchos pueda parecerles abstrusa) profunda y completa hasta el punto de constituir una verdadera Summa Theologiae en varios versos, se refiere a ello Lao-Tse en el Tao-Te-King: “El Tao que puede ser nombrado no es el verdadero Tao./ El nombre que se le puede dar no es su verdadero nombre/. Con nombre, es la Madre de todas las cosas/. Sin nombre es el origen del Universo./ Su identidad es el misterio”. En tan pocas lineas subyace, perfectamente expresada y explicada, una verdad dispersa bajo distintas apariencias, y más o menos corrompida por los desmanes del tiempo y los hombres, en casi todos los mitos y religiones. Y de la que se ha ocupado la filosofía al intentar estudiar y desentrañar temas como los de la esencia y la existencia, el todo y la nada, lo uno y lo múltiple, materia y espíritu o la controvertida existencia de Dios, en el que ahora está de moda no creer. Pero… un momento. ¿No creer en Dios o no creer en su existencia? Es lo mismo, dirán algunos. No. No es lo mismo. Veamos. Una cosa es ser y otra existir. Y aunque existir conlleva ser (todo lo que existe es), ser no implica existir. La palabra existir procede del latín exsistere (tomar posición fuera, manifestarse). La palabra ser no implica un afuera, una manifestación. Ejemplo: “La nada es la ausencia de toda existencia”. Ahí está. La nada tiene ser porque es idéntica al todo. Todo y nada, aunque aparentemente antitéticos, son lo mismo. Lo dice el fragmento del Tao-Te-King citado más arriba: “Su identidad es el misterio”. Me explico. Cuando afirma que “Sin nombre es el origen del universo”, se está refiriendo a la nada. Claro. De la nada procede lo manifestado, así como el día de la noche o la vida resurge de lo muerto. ¿O no crece la planta en el estiercol? ¿No producen acaso vida los cadáveres nutriendo la tierra? Y, sin embargo, la nada no existe. Antes decía que diferentes religiones y mitos habían disfrazado el asunto con diferentes atuendos. Para ciertos gnósticos un solo dios, Abraxas, representa, en sus dos facetas, una y otra cosa, bien y mal, todo y nada. Para otros, como los mazdeístas o los posteriores cátaros, un dios malo habría creado el mundo material y un dios bueno se mantendría no manifestado en un plano que Cirlot tal vez habría llamado el NO. Para los cristianos, ya sabemos, está Dios y el oponente, el maligno, el Diablo.
Pero, antes de que nos perdamos, si es que no nos hemos perdido ya, vayamos al meollo de la cuestión, el nombre de Dios, y a la solución que Lao-Tse resume magistralmente en el texto arriba citado: “Con nombre es la madre de todas las cosas. / Sin nombre es el origen del Universo”. Pues sí. Con nombre, llámesele Dios, Yaveh, Alá, Zeus o Energía Cósmica, es la madre de todo lo que existe. Sin nombre es el origen. Uf. El origen. Casi nada. El enigma que han perseguido, cambiando de opinión cada dos por tres, los filósofos o los científicos a lo largo de la historia. Sobre este nombre oculto (digámoslo así) dice Cattiaux: “Danos tu NOMBRE secreto, ¡oh Señor!, si juzgas que nuestros corazones son lo bastante puros como para no morir por ello”. Librémonos entonces de intentar conocerlo.
El caso es que con nombre (que pueden ser y, de hecho, son muchos –para creyentes y ateos-) o sin nombre, es la misma cosa. Y en esa identidad, ¡oh, maravilla y poesía!, radica el misterio.

sábado, 3 de marzo de 2012

PSICOLOGÍA DEL INSULTO

Cabrón, puta, imbécil, ladrón,  mierda, cerdo, maricón, gilipollas, tonto, majareta…
El insulto es casi siempre una vulneración de la escala de valores del receptor. Es decir, se considera que nos insultan cuando nos acusan de estar comportándonos al margen de lo que se considera adecuado, al margen de la moral de un determinado grupo. Lo que tiene una cierta patente de autenticidad en su momento. Por ejemplo, decir a alguien que era un cabrón (es decir, que su mujer le ponía los cuernos) en los siglos XVII, XVIII, XIX… podía ser tomado como auténtico insulto por la semántica de la expresión y lo que conllevaba. Gritarle a un tipo ¡maricón! podía ser un insulto hasta hace unos años según esos parámetros. Lo curioso, es que lo sigue siendo. Si le dices ¡gay! ya no es un insulto. Puta, por ejemplo, es la mujer que se gana la vida, honradamente y dando la cara, haciendo lo mismo que otras hacen con disimulo y mucha más rentabilidad. Puta, en estos tiempos, según lo expuesto más arriba, no debería ser insulto. Y lo es.
¿Cuál es, entonces, la esencia del insulto? ¿El contenido de la frase? No. La actitud del emisor. Lo que Jakobson llama Función Expresiva.
Pero concurren otros elementos en la configuración del insulto que no podemos dejar aparte. Se trata del contexto. Contexto extralingüístico, claro. Por ejemplo, si uno de izquierdas llama a otro de derechas “fascista” eso es un insulto, aún a sabiendas de que el que lo recibe lo es. Si uno de derechas le endilga a uno de izquierdas “rojo, comunista”, eso, en determinados ambientes, es insultar, aunque el destinatario del piropo sea el gemelo de Trotsky.
La psicología del insulto, por lo tanto, radica en la actitud del insultador. Tú puedes decirle a un amigo “¡Ay, cabrón, pero qué gracia tienes!”. Y eso no es un insulto, aunque figure la palabra cabrón por medio.
Así que si queréis insultar a alguien con lo que es la esencia del insulto, poned la cara tensa, miradlo fíjamente a los ojos. Tiraos un pedo si en ese momento os sale, daos la vuelta y largaros.

viernes, 2 de marzo de 2012

CÓMO ATRACAR UN BANCO FÁCILMENTE Y SIN RIESGOS

Cualquiera mínimamente inteligente, ya sabrá, antes de empezar a leer este post que su contenido no responde a las expectativas que sugiere el título. Las razones son obvias. Enumero:
1)    Si a alguien se le ocurriera (en caso de que tal cosa fuera posible) exponer en internet el método para robar un banco (de los que tienen dinero dentro, claro) sin que te trinquen, tendría a la policía en su casa dos minutos antes de subir dicha información.
2)    En el supuesto de que un genio de estos asuntos (por ejemplo, Sean Connery en “La trampa” –aunque yo prefiero a Catherine Zeta Jones-), poseyera las claves para perpetrar la hazaña (en tiempos en los que los bancos son los primeros ladrones no me atrevo a llamarlo delito), en ese supuesto, digo, ¿por qué coño iba a compartir tan valiosa información con el mundo mundial? La utilizaría él en su propio provecho. ¡Digo yo! ¡La gente es tan egoísta! Yo no, por supuesto. Yo sí comunicaría el secreto, incluso impartiría cursillos y masters a un módico precio. (En caso de que haya interesados llamen al número jgfvkhgvkhvk –lo pongo encriptado por razones de seguridad-. Los suficientemente inteligentes para desencriptarlo no necesitarán el curso para atracar el banco, así que no se molesten en descrifrar).
3)    Si hubiera un manual para atracar bancos, sin duda sería del tipo: “Adquiera voluntad para hacer realidad sus sueños”. Los ejercicios que te proponen dichos libros, ejercicios que te enseñarán a tener una voluntad de hierro, requieren una voluntad de hierro para realizarlos.
4)    En los bancos apenas hay dinero ya. Está todo en los paraísos fiscales a los que se los han llevado los banqueros. Así que, si quiere ser un perfecto atracador de bancos, hágase banquero. Infalible.
De manera que en este post no se encontrará, como era previsible, la guía para robar un banco. Quiere ser sólo una demostración de cómo en internet bloggers y webmasters utilizan títulos y tags atractivos para que su página reciba más visitas. Uno puede ser el título del presente post. Así como todos aquellos que contengan las palabras pornografía, dinero, coño, polla, fútbol, etc. Si lo que el webmaster o blogger quiere no es recibir el máximo de visitas posible sino seleccionar a sus lectores, entonces habrá de utilizar términos como cultura, filosofía, literatura, ciencia, poesía… Recibirá muy pocas visitas. Una o… ninguna.
Y tras la sociológica breve digresión final, me despido con un consejo: no atraquen un banco porque casi seguro que los agarran. Si deciden desoir mi consejo y tienen éxito en su empresa, acuérdense de mí, descifren el tf cifrado que les he dejado más arriba, pues seguro que su inteligencia se lo permitirá, y llámenme para compartir conmigo beneficios. Creo que lo merezco, ¿no?