domingo, 29 de mayo de 2011

Cacerolada de protesta en Huelva el 29 de mayo

Más de medio millar de personas han golpeado cacerolas y tambores, hecho sonar silbatos y gritado consignas durante dos horas ininterrumpidas, entre las ocho y las diez de la noche, en la capital onubense, trasladándose a expresar su indignación desde la puerta del ayuntamiento a la del gobierno civil a la de un banco… “No hay pan para tanto chorizo”, increpando a los banqueros y a los políticos, o “Todos somos Barcelona”, con un gesto de manos extendidas, fueron dos de las frases más voceadas.  Pero, sobre todo, se coreaba el eslogan cardinal de esta revuelta, que sintetiza su razón de ser: “Oe, oe, lo llaman democracia y no lo es”. Un comunicado hecho en la única interrupción que hubo en las dos horas de ruidosa protesta, confirmó que no lo es no sólo en España. En París, la acampada de “Democracia Real Ya”,  localizada en la Plaza de la Bastilla, ha sido disuelta violentamente por la policía, con un saldo, en aquel momento, de cinco heridos. Un atronador cacerolazo de repulsa recibió la noticia. Y alguien paseó en alto, entre aplausos, un cartel que llevaba ya tiempo expuesto en el campamento, una pancarta con una frase de Gandhi: “Primero te ignoran, después se ríen de ti, luego te atacan. Entonces, ganas”.
No sólo Francia se ha sumado a esta lucha. También otras ciudades europeas. Sesenta ciudades griegas, Atenas a la cabeza con 40000 indignados, piden una regeneración del sistema político. Hasta Hispanoamérica. El mundo despierta. Los que miran este movimiento con escepticismo, con recelo, con miedo, deberían, si es que no están de parte de los verdugos, sumarse a él en la medida de sus fuerzas y posibilidades. Al menos, deberían analizarlo con serenidad y decidir qué hacen. Desde que todo esto comenzó, me pregunto dónde están los intelectuales, los escritores, los poetas, los artistas españoles. Quitando a algún hombre intachable, como José Luis Sampedro  o Eduard Punset, que han apoyado sin reservas la movilización, y alguna que otra estólida “voz de su amo”, como Antonio Burgos o César Vidal, que la han atacado de la forma más burda imaginable, casi nadie ha abierto la boca.

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